Paul se ha despertado a las 7 a.m para ir a trabajar fuera de su ciudad y hacer horas extras. Como el día anterior trabajaba de noches, decidió pedir horas pendientes a la empresa para así poder estar en condiciones de conducir. Justo a esa hora recibió una llamada de uno de sus compañeros de trabajo, Karl, que estaba realizando su turno de noche, para preguntarle dónde estaba la mandarina que estaba en la puerta de la nevera. Paul, a esto, le respondió que no lo sabía, pero que en todo caso él se había comido una y cree que la había traído él el día anterior. La conversación adoptó un carácter cómico cuando Paul respondió que lamentaba de verdad haberse comido su mandarina si así hubiera sido pero que realmente él pensaba que era suya. Así que aseguró a su compañero que el próximo día le traería otra mandarina para reponer la que él, supuestamente, se había comido. Todo parecía haber quedado aquí, cuando en los tres días posteriores a la llamada, el buscador de su mandarina parecía resentido con el que supuestamente se la comió y se dedicó a escribir mensajes y fotos que instigaban de nuevo al tema del conflicto.
Al otro lado de la ciudad, tres días después y a la misma hora, se encontraba Lucy. Lucy es una mujer mayor muy activa y dinámica que vivía sola después de quedar viuda hace ya unos cuatro años. Hace ya unos días visitó al médico por sentir dolor en la parte del pecho cuando realizaba actividad física. Lucy, despertó con una leve presión en el pecho y llamó a su hija para preguntarle qué debía hacer. Su hija apartó sus obligaciones mas inmediatas y acudió a ver a su madre. A los 10 minutos Sandra entró en el domicilio de su madre y se acercó al dormitorio. Su madre se encontraba estirada y la presión había pasado de leve a moderada. Sandra llamó al 112 y los servicios de emergencia acudieron rápidamente.
Cuando Karl, el buscador de mandarinas, acabó su turno de noche y se dirigió hacia su casa se encontró con los servicios de emergencias en su portal. Subió angustioso y ansioso por las escaleras y sintió un alivio inmenso cuando observó que estaban trabajando en el primer piso y no en el segundo, que es dónde vivía él con su mujer y sus dos niñas. En ese momento volvió a recordar su mandarina, la mandarina que les estaba quitando el sueño esos últimos días y a posterior le invadió un sentimiento de culpabilidad por la importancia absurda que le había otorgado a los hechos.
Aunque creas que has sufrido mucho y eres el más desgraciado de la Tierra, siempre habrá alguien más desgraciado y que ha sufrido más que tú. Otorgar el valor o la importancia que merece cada cosa es una labor de justicia. “Si abordas cada situación de vida o muerte, morirás muchas veces” Adam Smith