¿Por qué todo me pasa a mí?, ¿Por qué siempre escojo mal mis opciones?, ¿Por que tengo un imán con todo aquello que no me conviene?. La respuesta a estas preguntas nada que ver tienen ni con tu mala suerte ni con lo gafe que puedas llegar a ser. Probablemente tampoco sea como consecuencia de ningún conjuro maléfico que haya sido preparado meticulosamente para fastidiar tus planes de futuro. Si fuera así, cosa que dudo, nada podría ayudarte la lectura de este artículo. La solución a tus problemas pasaría o por la contratación de servicios externos cuyo ingrediente principal fueran los polvos mágicos o por esperar pacientemente a que tu mala suerte cambie de rumbo. Si por el contrario, crees que el origen del problema eres tú mismo, estás de enhorabuena. Te invito a dar saltos de alegría y a celebrarlo con una gran fiesta, pues, tiene solución.
Tu “mala suerte” o tu falta de “ojo de halcón” para escoger adecuadamente mucho tiene que ver con el uso que le das a tus dos mentes: La racional y la emocional.
Goleman D., en su obra que fue best seller mundial Emotional Intellgence distingue entre ambas cómo la mente que piensa y la otra que siente. La mente racional posee una modalidad de comprensión de la que solemos ser conscientes, más despierta, más pensativa, más capaz de ponderar y de reflexionar. El otro tipo de conocimiento, más impulsivo y más poderoso, es la mente emocional. La dicotomia entre lo emocional y lo racional se asemeja a la popular distinción entre pensar con la cabeza o con el corazón.
Para saber si tus acciones están más guiadas por el corazón que por la cabeza o dicho de otra manera, si eres más emocional que racional, no hace falta que hagas ningún test, simplemente tira de hemeroteca, de tus experiencias y vida pasada, de cómo fueron las decisiones que tomaste en el pasado. Además del pasado, echa un vistazo a tu presente, a tu conducta ante un conflicto con tu pareja o con tu familia o ante una adversidad, y rápidamente podrás decantarte hacia la racional o la emocional o afirmar que utilizas ambas por igual.
Desde mi experiencia vital, la gran mayoría de decisiones tomadas durante mi adolescencia y mi juventud estuvieron basadas desde mi mente emocional. Lanzarse al vacío aun sabiendo que es muy probable que te vayas a pegar “la gran leche” es propio de ser poco racional, pero a medida que maduras tiendes a utilizar también la racional. En la siguiente historia, la de Ilem y Senga, podemos afirmar que sus decisiones fueron tomadas desde la mente emocional, dejando fuera de juego a la racional y asumiendo las consecuencias.
Ilem, celebraba por tercera vez consecutiva su fiesta de dieciocho cumpleaños y prometió a sus padres llegar a las 5 a. m. Para esta vez, a parte de sus amigos de instituto, también le acompañaba Senga. Ilem y Senga iniciaron su flirteo a las 4 a.m y aunque Ilem entre beso y beso miraba el reloj de su Iphone, decidió pasar completamente de la hora. Aun sabiendo que llegaría tarde o mejor dicho, que no llegaría hasta el día siguiente a la hora de comer, Illem se encontraba en uno de los momentos más placenteros de la noche y aunque pensaba en las consecuencias, optó por el “Carpe Diem” de Horacio , por el” Mañana será otro día” aunque supiera que no mejor y por el “Que me quiten lo bailao” que siempre ayuda a tomar decisiones rápidas. El día siguiente fue horrible. Sus padres le impusieron un castigo desmesurado que decidió no cumplir en absoluto. Como consecuencia de ese gran enfado y conflicto familiar, Ilem rompió su relación con sus padres y se marchó de casa.
En muchísimas ocasiones estas dos mentes están perfectamente coordinadas porque los sentimientos son esenciales para el pensamiento y lo mismo ocurre a la inversa. Pero, cuando aparecen las pasiones, el equilibrio se rompe y la mente emocional desborda y secuestra a la mente racional.
En una de mis clases de filosofía recibidas recuerdo una de las frases de Epicuro “ Lo que al principio provoca placer pero a la larga puede provocar dolor hay que eliminarlo, lo que al principio provoca dolor pero a la larga provoca placer debe ser escogido”
Esta frase exige la necesidad de equilibrio entre lo emocional y lo racional. Tomar la decisión adecuada en los diferentes momentos de nuestra vida, pasa por el consejo de nuestras dos mentes y no sólo por una de ellas.
El cerebro emocional sigue desempeñando un papel fundamental en la arquitectura de nuestro sistema nervioso. La región emocional es el sustrato en el que creció y se desarrolló nuestro nuevo cerebro pensante y sigue estando estrechamente vinculada con él por miles de circuitos neuronales. Así el cerebro emocional posee un poder extraordinario para influir en el funcionamiento global del cerebro, incluyendo a los centros del pensamiento.
Luego, si de manera habitual te suele salir todo al revés de cómo habías esperado, por haber actuado dominado por tus emociones o por el contrario, por haberlas omitido, te propongo que empieces a trabajar tu Inteligencia Emocional cuanto antes y a armonizar la cabeza y el corazón.