introducido por Eliayahu M. Goldratt, en su libro Critical Chain “Cadena Crítica” ni con el síndrome de Burnout Académico desarrollado por diversos autores en la World Conference on Psychology and Sociology de 2012 basado en el síndrome de Burnout de Perlman y Hartman (1982) . Goldratt describe éste fenómeno al hecho de dedicarse seriamente a una tarea que fue asignada, solamente cuando la fecha de entrega se acerca. En el lenguaje habitual estaríamos hablando de la expresión “dejar las cosas para el último minuto”. En cuanto al síndrome de Burnout, diversos estudios han demostrado que los estudiantes se “queman” psicológicamente mostrando niveles de agotamiento y falta de eficacia en las actividades realizadas, afectando diferentes áreas como la individual, social, académica, laboral e interpersonal.
Cada vez son más los alumnos afectados por estos síndromes. Estudiantes que habitan la Tierra que padecen ésta situación tan desesperante e interminable de trabajar sin cesar, acompañada de una tensión emocional cronificada, caracterizada por la fatiga emocional y física, dónde los segundos parecen minutos y los minutos horas, y la luz al final del túnel es difícil de ver.
En la extensa lista de síndromes, podríamos añadir la del síndrome del estudiante vacío. Este está caracterizado por la ausencia de motivación y la falta de ocupación del tiempo ocioso en estudiantes de secundaria y estudios superiores.
Cuando pregunté a mis alumnos, cuáles podían ser los motivos que les llevaran a sentirse así, se generó una especie de debate e intercambios de opinión, entre los que se apuntó a la rutina como causa directa, además de a la falta de planificación y gestión del tiempo libre. Todos fueron unánimes en afirmar que tener cierta rutina es necesaria, pues aporta seguridad a la persona y ayuda a organizar y gestionar su tiempo diario pero también hubo quién afirmó que si tienes unas rutina es imposible no sentirse aburrido y desmotivado, pues cuando por la mañana pones el primer pie en el suelo, ya sabes la acción que le sucede , y así sucesivamente hasta el momento en que de nuevo acudes a la cama. Además añadieron que estar inmerso en la misma rutina durante un periodo largo de tiempo puede provocar cierta frustración, desmotivación, desgana,…
Para un estudiante de secundaria , la media de horas de trabajo en el aula pueden llegar hasta 7 horas, además, a ésta jornada debemos añadirle el tiempo destinado al trabajo escolar fuera del aula, como trabajos individuales o en grupo, repasos escolares y aprendizaje de un idioma, que puede ocupar un total de hasta 2 o 3 horas más. Entre estos estudiantes, los que realizan estudios de Bachillerato , Ciclos formativos o Universidad, existe una cantidad que dedicará su tiempo extraescolar, a desempeñar un trabajo remunerado para poder seguir estudiando e invertir, en un futuro, en formación.
Parece difícil que ante tal panorama de horas diarias sea difícil alejarte de esa sensación de vacío y desgana, es decir, del síndrome del estudiante vacío, para acercarte a la sensación dónde proactividad y motivación viajan en el mismo tren. Pero tranquiliza saber que, aunque difícil, con trabajo personal, se puede vencer. Es obvio que uno no puede ser un profeta del cambio de la noche a la mañana, pero está claro que algún día se debe empezar.
Para empezar, escoge al menos una de las dos actividades que te proponemos a continuación. Una vez escogida, no se debe caer en el error de dejarlo para mañana y ser constante en la práctica. Esta actividad debe ejecutarse día tras día. “ Somos lo que hacemos día a día. De modo que ” la excelencia no es un acto sino un hábito” dijo Aristóteles. Un estudio británico llevado a cabo en el University College de Londres ha demostrado que hace falta 66 días para que se cree un hábito y pueda mantenerse durante años, pues con sólo 28 dias, cómo se pensaba hasta ahora, las neuronas no asimilan lo suficiente un determinado comportamiento y es fácil abandonarlo.
Una vez finalizado un primer periodo de intervención, es sumamente importante valorar el cambio producidos en tu persona, coger papel y bolígrafo y empezar a escribir aquello que te pase por la mente relacionado con él. Se trata de hacer un scanner entre el antes y el después, para ser más consciente del cambio y a su vez darle un lugar dentro de la psique.
El primer ejercicio es el de Planificación de la semana. Este ejercicio consiste en la elaboración de una lista de tareas a ejecutar en cuanto a actividades urgentes (AU), actividades no urgentes (ANU), actividades rutinarias (AR) y actividades novedosas (AN). Todas deben aparecer al menos una vez por cada día de la semana. Al finalizar del día se deberá hacer una revisión. Marcar con tu color preferido las que ya hayas ejecutado y al lado escribir- ya lo he conseguido!. Las que no hayas podido realizar, simplemente déjalas en blanco pero al lado escribe – hoy no pude pero lo conseguiré! Al finalizar las 8 semanas elabora dos listas. Una por la de lo conseguido y otra por la de “hoy no pude pero lo conseguiré”, reflexiona acerca de los resultados y escribe qué cambios se han producido.
El segundo ejercicio es el de la “ Lámpara Mágica “. Para poder hacer este ejercicio y obtener resultados con éxito, primero debes elaborar una lista de deseos fáciles, básicos y sencillos de conseguir. Dispones de 10 minutos para crear esta lista. Una vez confeccionada, pásala a limpio y dale la forma con la que te sientas más identificado. Procura hacerla con todo el cariño del mundo, pues será tu Lámpara Mágica, dónde muchas de las cosas que deseas están en su interior. Seguidamente ponla en algún lugar de la casa que sea visible para ti para poder así actuar como instigador y llevarte a la acción.
A partir de encontrarte en posesión de tu “lámpara” ya puedes empezar con el segundo paso. Cada mañana tienes la obligación de pedirle al Genio de la lámpara, que te conceda uno de los deseos. Evidentemente, el Genio te lo concederá y estarás obligado a llevarlo a cabo. En el momento en que no lo hagas realidad, deberás eliminarlo de la lista. En cambio, si por el contrario, lo haces realidad, el deseo permanece en la lámpara y podrás repetirlo tantas veces cómo desees.
Cuando acabes con una de estas actividades, continúa por la que no escogiste primero y llévala a la acción. Se trata de provocar cambios, así que si realmente quieres abandonar el síndrome del estudiante vacío no dudes en poner en práctica actividades que te ayuden a superarlo y seguir disfrutando de tus estudios y tu día a día.
Alicia Romero Martínez
www.aliscoaching.com